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LA PERSONALIDAD
La personalidad es un concepto que hace referencia a “una organización relativamente estable de características estructurales y funciones, innatas y adquiridas a lo largo de su desarrollo, que conforman el modo peculiar y definitorio de conducta con que cada individuo afronta distintas situaciones” (Bermúdez).
Consta de dos aspectos: uno biológico, el temperamento, que aporta las influencias innatas y constitucionales y el otro ambiental o aprendido, constituido por valores, sentimientos, actitudes y la cultura en la que vive inmerso el individuo.
El estudio de la personalidad persigue describir las características que definen a un individuo, determinar cómo se adquieren y consolidan sus patrones de conducta y sus actitudes características y explorar el cambio de conducta de las personas.
Ya Hipócrates (siglo V a.c.), y después Galeno, aportaron sus tipología constitucionales, con sus cuatro humores el primero, y los cuatro temperamentos el segundo: colérico (bilis amarilla), sanguíneo (exceso de sangre), melancólico (bilis negra) y flemático (flema).
Más recientemente se han desarrollado diferentes teorías de la personalidad desde el psicoanálisis, el humanismo, la escuela cognitiva, etc.
Actualmente, la teoría más aceptada de Personalidad es el Modelo de los Cinco Grandes, que considera como factores básicos que subyacen a la personalidad los siguientes: Extraversión, Neuroticismo, Amabilidad, Apertura a la Experiencia y Responsabilidad.
Una personalidad suficientemente sana, actúa de forma adaptada y presenta actitudes y formas de pensar flexibles. Su funcionamiento es autónomo y competente. Es capaz de establecer y mantener relaciones interpersonales satisfactorias y de conseguir sus metas y objetivos vitales.
LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
Los trastornos de personalidad se originan a partir de una interacción negativa de factores genéticos y biológicos con el ambiente. Si el factor constitucional o temperamental de la personalidad presenta alguna alteración y sobre todo, si después el niño y adolescente vive repetidas situaciones desestabilizantes, la personalidad se desvía de la normalidad presentando rasgos inflexibles y desadaptativos que se mantienen a largo plazo.
Los patrones de personalidad patológica son características tan arraigadas que afectan a todos los ámbitos de actividad del individuo. Una vez establecidos en los primeros estadios de la vida, los patrones patológicos tienden a invadir nuevas áreas. Los patrones disfuncionales se van automatizando de tal manera que el paciente a menudo no advierte su presencia ni sus consecuencias para ellos y para los demás. Se trata de rasgos egosintónicos, es decir, conductas, actitudes, sentimientos y formas de pensar que son coherentes y aceptables para la persona que los emite pero que son percibidos por los demás de forma inadecuada o negativa.
Existen diferentes tipos de trastornos de la personalidad, cada uno con sus características específicas, pero en general, las personas que los sufren presentan dificultades para relacionarse con los demás, para manejar el estrés o para mantener una autoimagen que difiere de cómo los perciben los demás.
Los trastornos de personalidad llevan a los sujetos que los padecen a poner en riesgo su salud, por ejemplo, mediante el abuso de sustancias, un comportamiento sexual imprudente, conductas temerarias, etc. Sufrir un trastorno de personalidad hace a la persona más vulnerable a otros trastornos psicológicos, como la ansiedad, depresión, hipocondría, trastornos psicosomáticos o problemas de pareja.
Pueden presentar conductas distantes, excesivamente emocionales, erráticas, abusivas o irresponsables con sus hijos, que pueden desarrollar problemas físicos o psicológicos.
La psicoterapia puede ayudar al paciente a tomar conciencia de cómo genera sus problemas y a modificar los esquemas mentales, conductas y emociones que les hacen sentir mal, les dificultan o impiden alcanzar sus objetivos o mantener relaciones adecuadas con los demás.
Los fármacos no mejoran los trastornos de la personalidad, pero pueden ayudar a disminuir algunos síntomas en los casos más graves.
Los trastornos de la personalidad son relativamente frecuentes. Se estima que lo padece un 1-3% de la población general excluyendo el trastorno límite que alcanza el 15% y el evitativo con un 10%. Pero en sus formas más leves, cercanas a la personalidad normal, superan ampliamente esa prevalencia ya que los trastornos de personalidad forman parte de un continuo que va desde la personalidad normal al trastorno en su grado mas severo.
La APA en su 4ª versión del DSM reconoce 10 trastornos de personalidad clasificados en 3 grupos que comparten algunas características comunes. El grupo A no sufre a penas modificaciones espontáneas a lo largo de la vida, en cambio, el B y C tienden a acentuarse en la juventud y suelen mejorar en la vejez.
GRUPO A (TRASTORNOS RAROS O EXCÉNTRICOS)
Presentan dificultades en las relaciones interpersonales. Es frecuente la introversión y su conducta puede resultar extraña o extravagante. Son vulnerables a desarrollar psicosis, trastornos del ánimo o adicciones.
Trastorno paranoide de la personalidad
Se caracteriza por la desconfianza y la suspicacia general desde el comienzo de la vida adulta. Las intenciones de los demás son interpretadas como malintencionadas o maliciosas. Suelen ser autónomos, no toleran críticas, y culpan con facilidad a los demás. Es más frecuente en hombres.
Trastorno esquizoide de la personalidad
Hay un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y expresión emocional disminuida. Evitan las relaciones sociales y no las desean. Se muestran indiferentes a la crítica, el halago o a la expresión de los sentimientos ajenos. Los hombres raramente se casan y las mujeres, si lo hacen mantienen una actitud muy pasiva. Tienen mucha tendencia a fantasear.
Son vistas como personas excéntricas y solitarias. Tienen tendencia a padecer fobias, malestar con su autoimagen y trastornos afectivos.
Trastorno esquizotípico de la personalidad
Presentan déficits sociales e interpersonales, distorsiones cognitivas y perceptivas con conductas excéntricas que suelen comenzar al inicio de la edad adulta. Su lenguaje suele ser extravagante pero coherente y bien asociado. Se da con frecuencia en familiares de primer grado diagnosticados con esquizofrenia.
GRUPO B (TRASTORNOS DRAMÁTICOS, EMOCIONALES O ERRÁTICOS)
Presentan rasgos de excesiva emotividad e inmadurez. Tendencia a dramatizar o presentar conductas descontroladas e inadecuadas. Suelen ser extrovertidos y con algún grado de inestabilidad del humor.
Trastorno antisocial de la personalidad
Muestra un patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás que suele aparecer en la adolescencia. Fracasan en las relaciones afectivas. Carecen de respuesta afectiva y son poco o nada sensibles al castigo. Se muestran indiferentes ante los sentimientos de los demás; carecen de empatía y no sienten culpabilidad. Les cuesta aprender de las experiencias adversas propias y son incapaces de prever las consecuencias negativas de sus actos.
Tienen mayor probabilidad de morir de forma prematura por accidentes, homicidios y suicidios. Puntúan bajo en rasgos de amabilidad y responsabilidad. Suelen ser engreídos pero capaces de mostrar cierto encanto superficial. Este trastorno se está estrechamente relacionado con la psicopatía.
En su etiología intervienen factores genéticos, pero es también fundamental que haya habido problemas en el proceso de socialización y la educación: entre ellos se destaca la hostilidad parental, los modelos parentales deficientes y la conducta vengativa aprendida.
Trastorno límite de la personalidad
Es el más frecuente con diferencia, se estima que lo pueden padecer un 15% de la población general, mayormente mujeres. Su nombre se debe a que parecía un trastorno situado en la frontera entre la neurosis y la psicosis. Por ello también se conoce como borderline.
Se caracteriza por la inestabilidad emocional y en las relaciones interpersonales, problemas con la auto-imagen y una enorme impulsividad. La frustración que les produce el abandono les impulsa frecuente a las amenazas de suicidio y a conductas de automutilación en las que pueden encontrar alivio. Suelen involucrarse en relaciones intensas, pero de corta duración. Sus relaciones personales son intensas e inestables, oscilando entre la idealización y la devaluación extrema del otro.
Son proclives a desarrollar todo tipo de trastornos afectivos, de ansiedad, alimentarios o psicosomáticos. Un 60% de los pacientes con TLP cumplen también los criterios de otros trastornos de personalidad: paranoide, histriónico, narcisista, por evitación y dependiente suelen ser los que presentan mayor comorbilidad. Tiende a mejorar con la edad.
Trastorno histriónico de la personalidad
Se caracteriza por una gran emotividad y enorme necesidad de atención. A pesar de su llamativa y a veces carismática personalidad están necesitados de afecto y atención. Detrás de sus comportamientos seductores tienen una gran dificultad para establecer vínculos profundos y duraderos. Son hipersensibles, influenciables y muy suspicaces. Muestran inestabilidad emocional y afectiva, aunque normalmente en menor medida que el TLP, con el que frecuentemente hay cierto solapamiento de rasgos.
Les gusta flirtear y destacar por su forma de vestir. Es mucho más frecuente en mujeres, pero cuando se da en el hombre, exhibe una masculinidad exagerada mostrándose duro, dominante y atraído por aventuras sexuales y de riesgo.
Trastorno narcisista de la personalidad
Muestra un patrón general de grandiosidad, tanto de pensamiento como en su conducta, una gran necesidad de admiración y falta de empatía. Su aparente gran autoestima es muy frágil siendo tremendamente vulnerables a críticas que les provocan sentimiento de humillación llegando a obsesionarles. Pueden responder con ira, pero también con reacciones depresivas.
Están siempre muy preocupados por salvaguardar su imagen ante los demás, pero a veces sus relaciones se acaban deteriorando por sus actitudes pretenciosas, arrogantes y despreciativas.
Tienden a evadirse de los problemas con el uso de sustancias o actividades adictivas. Sus relaciones de pareja suelen problemáticas debido a su egocentrismo y egoísmo que los lleva a desatender las necesidades de su pareja. Es un trastorno que no mejora con la edad, pues toleran mal el paso de los años. Suelen llegar a la consulta aquejados precisamente por problemas de pareja, de ansiedad, hipocondría, estado de ánimo deprimido o dificultades laborales, nunca por sus problemas de personalidad, que son bastante refractarios a la terapia.
GRUPO C (TRASTORNOS ANSIOSOS O TEMEROSOS)
Sufren con facilidad de ansiedad y temor y les cuesta adquirir estrategias de afrontamiento. Fuerte tendencia a usar la negación, la racionalización, la proyección, la evitación o la inhibición. Son muy sensibles al castigo.
Trastorno de la personalidad por evitación
Se da por igual en hombres y mujeres. Presenta un patrón general de inhibición social, sentimientos de inferioridad e hipersensibilidad a la evaluación negativa. Su evitación del contacto social les dificulta la adquisición de habilidades sociales. Tienen baja autoestima y son muy vulnerables a la depresión y especialmente la ansiedad. Tienden a abusar de sustancias, como el alcohol, que es usado frecuentemente como forma de vencer su inhibición social. Se solapa casi de forma perfecta con la fobia social generalizada pudiendo ser considerado como su extremo más severo ya que las personas con TPE suelen temer y evitar mayor número de situaciones sociales que las que sufren FS.
Se diagnostica a menudo con el trastorno dependiente y o el límite y tiende a mejorar con la edad.
Trastorno de la personalidad por dependencia
Es muy frecuente en mujeres. Consiste en una necesidad excesiva de que se ocupen de uno que lleva a conductas sumisas por miedo a la separación. Carecen de autoestima y tienen poco acceso a fuentes de gratificación, lo que les hace vulnerables a sufrir problemas de ansiedad y depresión.
Las personas con enfermedades crónicas, o que han sufrido trastorno de separación en la infancia o adolescencia tienen mayor probabilidad de desarrollar este trastorno.
Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad (anancástico)
Consiste en un patrón estable de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia.
Son enormemente intolerantes a la incertidumbre y con dificultades para experimentar placer. Les cuesta expresar afectos y se sienten incómodas con personas expresivas. Les cuesta la toma de decisiones y piensan demasiado en lugar de actuar, cayendo con frecuencia en la rumiación, que los lleva a dar vueltas continuamente a los aspectos más preocupantes y temidos de una situación, sin llegar nunca a un auténtico análisis eficaz que les permita encontrar una solución o tomar la decisión adecuada.
Presentan con frecuencia hipocondría, ansiedad o estados depresivos y a veces la fuerte rigidez cognitiva que muestran se traslada también a nivel físico en forma de problemas articulares como la artrosis. No hay que confundir el trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad con el TOC o trastorno de ansiedad obsesivo compulsivo consistente en pensamientos obsesivos intrusivos y la repetición de rituales o compulsiones. Aunque no es difícil encontrar pacientes con TOC que también pueden ser diagnosticados con el el trastorno anancástico de la personalidad.
Francisco Porto
Psicólogo Sanitario y Master en Terapia de Conducta