Relaciones Virtuales

Las nuevas tecnologías no producen necesariamente relaciones perjudiciales, pero tienden a convertirse en problema si son el único instrumento de relación

Sócrates afirmó: «Voy a hablar con la cabeza tapada, para que, galopando por las palabras, llegue rápidamente hasta el final, y no me frene, de vergüenza, al mirarte». Escuchado esto, su discípulo Platón, en uno de sus diálogos escritos, demostró que es más fácil entablar una relación, y mantenerla durante un cierto tiempo, con una persona a la que no ves, a la que no has visto nunca y a la que probablemente nunca verás, que con una persona a la que ves, sobre todo cuando lo que se quiere transmitir son afectos y sentimientos amorosos. Aunque estos filósofos de la Antigua Grecia no conocían las tecnologías de comunicación del siglo XXI, sus palabras ayudan a entender el fenómeno de las relaciones personales remotas que se valen de la palabra escrita para comunicarse.

Bueno o malo, según el uso

Entablar relaciones a través de un chat («sala» virtual en la que distintas personas conectadas a Internet mediante su propio ordenador intercambian mensajes en tiempo real), por medio de SMS (mensajes escritos enviados por el teléfono móvil) o recurriendo a los populares emails (mensajes escritos enviados a la dirección electrónica, es decir, al ordenador conectado a Internet, de otra persona), messenger, foros, etc. es más sencillo que hacerlo en persona.

Para empezar, en el inicio de la «conversación» o relación virtual se puede mentir incluso en aquello que es más difícil hacerlo cara a cara: sexo, aspecto físico y edad. Además, se evitan los condicionantes más convencionales de nuestro entorno humano habitual, como la distancia física, la situación económica y social, etc. Frecuentemente, en estas relaciones a través de la Red, se ocultan facetas que cuando se habla cara a cara no gusta que queden en evidencia. La vergüenza, la timidez y el miedo al ridículo quedan superados en el medio virtual porque hablamos con la «cabeza tapada». Y si bien el lenguaje escrito puede ser inferior en algunos matices, tiene la ventaja de eludir las barreras que devienen de los roles que cada cual desempeña en la sociedad. Esto ofrece ventajas e inconvenientes. Gracias a las nuevas tecnologías se establecen fértiles relaciones entre personas con gustos e inquietudes semejantes, e incluso pueden librar a una persona del aislamiento, pero también le pueden sumir en mentiras y confusiones que causan frustración.

Nueva vía para relacionarse

¿Qué se busca en las relaciones por Internet? ¿Se pretende sustituir las relaciones cara a cara por las relaciones ciber por considerarlas más gratificantes? ¿Se busca una manera de ampliar el círculo de relaciones que mantenemos en nuestro entorno próximo? En la mayoría de los casos, la Red es la vía de contacto con personas y grupos que de otra manera nos serían inaccesibles. Se superan distancias físicas y se sacia la curiosidad de conocer gente, con quienes, por lo general, se comparten aficiones e intereses. Hasta aquí, todo es positivo. Buena parte del problema aparece cuando esas relaciones sustituyen a las mantenidas en el mundo físico, el de nuestros amigos y familiares «reales». Pero no se puede convertir a Internet en herramienta maligna. Las patologías que la Red evidencia son preexistentes: Internet no es causa de las relaciones anómalas, sino una oportunidad que se abre a personas con problemas emocionales y de relación que, pretendiendo resolverlos, pueden quedar atrapados en la Red hasta el punto de que se transforme en su única forma de comunicación con los demás.

La sensación de libertad

Las personas que se relacionan a través de Internet experimentan una sensación de libertad que no obtienen en las relaciones ordinarias. Si bien se deben seguir unas reglas y unas normas propias del medio, las charlas se producen de forma que permiten actuar desde el convencimiento de que se eludirán posibles consecuencias no buscadas. Los internautas creen controlar la situación y usan fórmulas de expresión impensables en otros entornos. Además, la escritura les descubre interioridades que en la vida ordinaria permanecen ocultas y esta actividad le permite practicar una vieja afición de la humanidad: el simulacro, la posibilidad de jugar a ser otras personas, de vivir otras vidas, aunque sea de forma pasajera. Pero, sobre todo, quien comparte con otras personas su tiempo gracias a Internet entiende que puede romper el compromiso con sus interlocutores de manera unilateral y sin explicaciones.

La herramienta, Internet, es buena, pero hay que darle el uso adecuado

Todo lo apuntado, salvo la incapacidad de asumir compromisos, no es bueno ni malo. Jugar a ser otro es una práctica unida al hombre y la mujer. De hecho, hay personas que hacen de ello su profesión, ahí están los actores; descubrir matices de uno mismo gracias a su plasmación por escrito puede ser positivo; sentirse libre y seguro con lo que se hace, también. Quienes encuentran en Internet una fórmula más que sumar a sus otras formas de relacionarse, harán de la Red un lugar donde se expresarán felices y sociables, donde conversar, donde aprender cosas nuevas y compartir sentimientos y conocimientos. Harán de su ordenador y de Internet un instrumento más para su desarrollo personal y enriquecerán su vida social.

Pero Internet puede convertirse en un refugio y despertar patologías ocultas o agudizarlas. Ofrece la posibilidad de vivir una irrealidad sin conexiones coherentes, algo muy atractivo para quien no se siente feliz consigo mismo. También posibilita hacer daño y expone a sufrirlo. La alerta se dispara cuando esta herramienta, que da libertad, o al menos ofrece la sensación de darla, se convierte en una nueva forma de esclavitud de la que la víctima, además, no es consciente.

Hay demasiada dependencia si…

  • Las horas libres se dedican de forma casi exclusiva a relacionarse con otras personas a través de Internet.
  • Se descuidan los lazos anteriores de amistad, o incluso se rompen.
  • Nos mostramos agresivos o irritables si no logramos establecer conexión.
  • La persona afectada niega su dependencia porque no le gusta escuchar que se está ‘enganchando’ al chat, al messenger o a los foros.
  • Oculta información sobre los amigos ‘virtuales’. Si en alguna ocasión habló de ellos, deja de hacerlo.
  • Dedica muchas más horas a una conversación virtual de lo que es capaz de dedicárselo a una relación personal, incluso robando horas de sueño, trabajo u otras obligaciones.

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