La psicoterapia puede aliviar algunas dolencias físicas

Las dolencias físicas no se hallan tan divorciadas de los procesos mentales como suele creerse. Las investigaciones revelan cada vez más ejemplos en los que las molestias físicas son concomitantes con ciertos trastornos psicológicos. Según varios estudios recientes, al tratar la mente se mejora la salud física. Veamos algunos casos.

 

Gastritis y ansiedad

Entre quienes sufren gastritis (molestias estomacales e intestinales, entre ellas, ardor de estómago, náuseas y dolores abdominales) se dan el doble de casos de ansiedad y de otros trastornos del estado anímico que entre la población general, según un estudio publicado en el Journal of Psychiatric Research en enero. Incluso en pacientes sin dolencias mentales diagnosticadas, la psicoterapia mejora la salud intestinal, como revelaba en febrero un artículo en línea del Asian Journal of Psychiatry. Pacientes que sufrían dispepsia recibieron durante 16 semanas una terapia orientada a facilitarles la identificación y corrección de pautas disfuncionales en las relaciones interpersonales (método de tema central de conflicto relacional). Al finalizar la psicoterapia mostraron una mejoría de los síntomas relacionados con su dolencia gastrointestinal. También su salud mental mejoró, situación que perduró al menos un año.

 

Tínnitus y estrés

Los acúfenos o tínnitus (un zumbido o tintineo incesante en los oídos) afectan a millones de personas. Un estudio publicado en línea en Quality of Life en enero, indicaba que alrededor de la mitad de quienes sufren acúfenos padecen algún trastorno mental, resultado que confirman los hallazgos de una investigación previa. En un estudio de 2012 se había encontrado que el estrés emocional mostraba una mayor correlación con el tínnitus que otros factores de riesgo ya conocidos, probablemente, porque las regiones cerebrales que procesan las emociones se hallan en estrecha conexión con los sistemas auditivos. Un trabajo publicado en Mindfulness también en enero confirmó que la reducción del estrés a través de la meditación plena aliviaba los síntomas de los acúfenos y atenuaba la percepción de la molestia.

 

Asma y depresión

Se ha apuntado una posible vinculación entre asma y depresión. Según constataba un estudio publicado en línea en Psychosomatic Medicine en 2012, una tercera parte de los enfermos de asma padecían asimismo depresión. Además, tales individuos habían visitado con mayor frecuencia las urgencias hospitalarias a lo largo del año que duró el ensayo. Estas observaciones hacen pensar que el tratamiento de la depresión podría aliviar los ataques asmáticos en quienes sufren ambos trastornos.

 

Migraña y trastorno de pánico

Las personas que sufren migraña presentan una probabilidad cuatro veces mayor que la población general de sufrir un trastorno de pánico, concluía en enero un metaanálisis publicado en Headache: The Journal of Head and Face Pain. Es decir, estas personas padecen ataques de ansiedad tan intensos que, aterrorizados, quedan incapacitados. Los efectos de la migraña en estos casos son todavía más exacerbados, más frecuentes e incapacitantes. Todd A. Smitherman, de la Universidad de Mississippi y coautor del artículo, advierte de la «estricta necesidad» de investigar si el tratamiento del trastorno de pánico puede reducir la frecuencia e intensidad de las migrañas.

Rodriguez, Tori

www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro

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